viernes, junio 29, 2007

Lópezzzzzzz…

Nudo gordiano
Por: Yuriria Sierra

Oops. Perdón. Me quedé dormida. Quería yo titular esta entrega "López Obrador: el escritor", pero antes de lograrlo, me jeteé. O más bien, me jeteó el libro de El Peje. Sí, lo confieso: contribuí con ochenta y nueve varotes (porque, hay que decirlo, no es un precio de libro de bolsillo al alcance del bolsillo del famoso "pueblo") comprando anteayer un ejemplar de La mafia nos robó la Presidencia. Y confieso también que lo leí en dos días. Y confieso, sin rubor, que me dio una hueva monumental. Y es que, confieso, también, esperaba encontrar algo nuevo en este libro que salió a la venta unos días antes de que se cumpla un año de la pasada elección presidencial. Pero nada: es una vil versión estenográfica de sus discursos pronunciados, antes, durante y después de la elección del 2 de julio. Sin embargo, hay varios asuntillos que, a pesar de la indecible flojera que me dio leer nuevamente los mismos alegatos pejelagartistas —todos manipuladores, plagados de mentiras o, en el mejor de los casos, meras seudorevelaciones a modo—, valdría la pena comentar, sólo para documentarlo, al azar, algunas de las lagunas mentales de las que aparentemente aquejan a Andrés Manuel, cuando no algunas de las "mentiras piadosas" que él mismo confiesa haber dicho en el pasado.

1) Lo que la memoria sepulta. El libro empieza como todos los que hablan de Andrés Manuel: comienza en Tabasco, contando algo sobre su tierna infancia. Sólo que, a diferencia de las crónicas e investigaciones escritas por sus biógrafos, la de Andrés Manuel es una autobiografía con muchísimas omisiones. Ahí le van, de bote pronto, varias de ellas, las más evidentes. 1) En este libro no aparece ni una sola mención a la muerte de su hermano José Ramón López Obrador. Todas las biografías (hasta las más lisonjeras) mencionan el episodio en el que perdió la vida el hermano. Hasta la fecha no ha podido ser plenamente documentado (dada la extraña "desaparición" de importantes documentos judiciales y de los periódicos locales de esas fechas en los archivos de Tabasco), si las circunstancias en las que se disparó la pistola que mató a José Ramón fueron absolutamente accidentales o no. Lo cierto es que, para Andrés Manuel, el episodio no mereció ni una sola línea en esta novedosa autobiografía (mientras que Garrido Canabal, Luis Echeverría, González Pedrero y hasta Roberto Madrazo, merecen páginas y páginas).

Ahora bien, la omisión que más llamó mi atención fue la de los dos perredistas que hicieron crecer a AMLO: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, que apenas mereció una fugaz referencia, y Rosario Robles, ni siquiera eso. Como si no existieran: como si nunca hubieran sido relevantes, ambos, en el ascenso político de López Obrador. Estos dos personajes que le dieron, en su momento, todo el gas político que AMLO requería: un padrinazgo primero (el del ingeniero Cárdenas, entonces líder indiscutible del PRD) y un patrocinio después (el de su campaña electoral, desde un PRD dirigido por Rosario Robles). Eso sí: en la parte gráfica del libro aparecen dos fotografías con Cuauhtémoc (y varias más de personajes de los que nunca habla: AMLO con el subcomandante Marcos; AMLO con Zedillo; AMLO con Juan Pablo II; AMLO con Bill Clinton; etc). Como si la parte de las "fotos" estuviera pensada para "persuadir" de que él, en realidad, es capaz de sentarse con quien sea, aunque no sea capaz de escribirlo o por lo menos confesarlo…

2) La triste e increíble historia del cándido Peje y la mafia desalmada. Como ya se me agotó el espacio, le prometo a usted que mañana —si no me da flojera— le sigo con algunos de los "detalles" de esta autobiografía lopezobradoriana: los que tienen que ver con su argumento de siempre. Sólo que ahora, seguramente, AMLO quiere poner de moda otro vocablo: ‘Mafia’, porque el de compló hace mucho que también jetea a cualquiera…

Las "mentiras piadosas" de AMLO

Por primera vez, El Peje admite haber mentido. Voy por partes: ayer aquí le relaté algunas de mis primeras impresiones tras la lectura de La mafia nos robó la Presidencia (libro que deberíamos retitular "La triste e increíble historia del nada cándido Peje y la mafia desalmada", para que quedara más a tono con el lamentable victimismo de López Obrador). Ayer prometimos ocuparnos hoy de los pasajes más representativos de la pseudología fantástica (nombre científico de esa patología pejelagartiana mejor conocida como "mitomanía") que aqueja al candidato perdedor del pasado 2 de julio.

1) La "mentirita piadosa" de AMLO. En el pasaje que relata su entrevista con Vicente Fox, realizada en su visita a Los Pinos, después de que el presidente le dio marcha atrás al proceso de desafuero (o sea, el famoso episodio de "desdesafuero" en cadena nacional), López Obrador confiesa, sin proponérselo, su verdadera propensión a mentirle a los medios de comunicación. Escribe López Obrador: "Cuando salí de Los Pinos, los primeros sorprendidos fueron los periodistas porque no imaginaban que el encuentro iba a ser tan rápido (…) En la rueda de prensa, de manera responsable dije que había sido buena la entrevista. Una mentira piadosa para no agravar más las cosas y no continuar con la confrontación pública. ‘Oiga, pero tardó usted muy poco, fue muy rápido’. ‘Sí pero… breve y bueno, doblemente bueno’. ‘Pero, ¿qué trataron?’ Les recité el guión (…) Nada. La verdad no hubo ningún diálogo. Fue un desencuentro. Esa fue la última vez que lo vi y espero no volvérmelo a encontrar"… López Obrador, en sus propias palabras, le mintió "piadosamente" a los medios en esa ocasión. ¿Cuántas veces más lo hizo?

2) Los cinco millones de dólares. Más adelante, El Peje narra el siguiente episodio: "Durante la campaña, un importante hombre de negocios me ofreció cinco millones de dólares. Como me apenó decirle en el momento y de manera rotunda que no, más tarde, por medio de otra persona me insistió en que me daba el dinero. Por curiosidad se me ocurrió preguntarle: ‘¿Y cómo me los darías?’ Me contestó: ‘En efectivo’. ‘Pero cómo, ¿en maletas?’ No —me respondió—, es un paquetito; son billetes de mil dólares’. Nunca he visto un billete de mil dólares, ni siquiera sabía que existían. Mi respuesta fue: ‘Gracias, no los necesito’…"

Así narra AMLO el suculento ofrecimiento. Llaman la atención tres cosas: a) en primera instancia que a El Peje le "apenara" decirle que no al empresario (¿no será más bien que él, el incorruptible, quiso valorar dos veces el ofrecimiento?); b) en segundo lugar, que preguntara "por curiosidad" cómo se los entregarían (si estás decidido a no recibir un quinto, ¿para qué lo preguntas?) y, c), que El Peje, que supuestamente escribió este libro para denunciar a "la mafia que le robó la Presidencia", simplemente decida omitir el nombre del empresario que supuestamente le hizo tal ofrecimiento. ¿Este pasaje no será, más bien, una vacuna, por si el susodicho empresario —o su enviado— hubieran grabado a López Obrador en tan comprometedora plática? A él que ha jurado por todos los santos que nunca veríamos un video suyo recibiendo dinero… Mi pregunta es una mera hipótesis… ¿O será una "omisión piadosa" de El Peje en su libro?

3) El pago de la fianza. En las páginas en que narra su versión de las épocas del desafuero, López Obrador le dedica un párrafo a los panistas que pagaron los dos mil pesos de fianza para que El Peje no pisara la cárcel. Dice AMLO: "Por esos días, se llevó a cabo la maniobra de dos diputados locales panistas, Gabriela Cuevas Barrón y Jorge Lara, quienes instruidos por Felipe Calderón"… Andrés Manuel sabe perfectamente que ambos diputados eran panistas cercanos, por entonces, al grupo de Creel y no al de Calderón. Es más: ni siquiera había empezado la contienda interna del PAN. La fianza la pagaron en abril de 2005; la interna panista se llevó a cabo hasta octubre. ¿Habrá sido esta otra "mentira piadosa" de AMLO?

4) La "entrevista" de Salinas. De esos mismos tiempos, escribe otra falsedad (con respecto a una reunión en 2003 entre directivos de Televisa y Carlos Salinas) y yo personalmente voy a hacer el desmentido. Escribe: "Supe del encuentro de Televisa porque uno de los asistentes a la reunión, el periodista Alejandro Cacho, se atrevió a publicar el 4 de mayo de 2003, en el periódico Milenio, a manera de entrevista, lo que Salinas sostuvo. Cacho contó que ‘fue especialmente sarcástico y agudo al hablar de López Obrador’." Y continúa AMLO: "Al parecer al interior de Televisa había el acuerdo de no dar a conocer la reunión con Salinas, de modo que esto le costó a Cacho dos meses de suspensión en la conducción de su programa". Yo soy quien desmiente tajantemente esta versión: en ese entonces, además de columnista, yo, Yuriria Sierra, era la editora de Contextos, sección dominical de análisis político de Milenio Diario. Durante cinco años invité a escribir a muchos jóvenes talentos, entre ellos a Alejandro Cacho, que semanalmente me enviaba su columna. Así que no fue "una entrevista" como asegura El Peje: Alejandro, como todos los fines de semana, me envió su colaboración y, esa vez, efectivamente narraba la mencionada reunión. Nunca mencionó a Televisa, sino a un "grupo de empresarios"; pero, de cualquier forma, a mí y al director de Milenio, Carlos Marín, nos pareció un aporte periodístico suculento, así que se decidió incluirlo en la primera plana de ese domingo. En ese entonces, yo también trabajaba en Televisa, colaborando en el noticiero En Contraste y no hubo ninguna, absolutamente ninguna, de las "represalias" que López Obrador inventa. Más aún: en Televisa permanecí tres años más, primero conduciendo el programa Planeta Tres: ¡A chaleco! y, más tarde, en Las Noticias por Adela, y siempre hubo, de la empresa y sus directivos, un absoluto respeto para mi libertad de expresión y mi libertad editorial. Y lo mismo en el caso de Alejandro Cacho: la prueba está en que sigue siendo uno de los principales conductores de Noticieros Televisa. Así que AMLO miente una vez más: y lo digo de primera mano.

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miércoles, junio 20, 2007

Sólo una pluma de su gallo

Atando cabos

Por: Denise Maerker

Ayer en la noche, en el discurso que pronunció Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo, contó una anécdota, así la llamó, de la época del presidente Benito Juárez. Dijo Andrés Manuel que en una ocasión, en que Juárez y su gabinete estaban reunidos y esperando noticias de una batalla que libraba el ejército liberal en contra de los conservadores, llegó un mensajero con el parte militar. Juárez —narró López Obrador— lo leyó y aunque las fuerzas liberales habían perdido esa batalla, se volteó y les dijo a sus colaboradores: "Señores, les informo que sólo le han quitado una pluma a nuestro gallo". La anécdota es significativa y creo que resume el tono en el que López Obrador está encarando este nuevo momento político. De entrada, y tratándose de él, no es poca cosa, parece asumir finalmente que en efecto su movimiento perdió. Ya no es ese Andrés Manuel que contra toda evidencia se negaba a aceptar, ya no digamos la derrota en las elecciones, sino el daño que a su propio movimiento le infligió con la estrategia que siguió desde el 3 de julio. Un López Obrador que nunca ha públicamente enfrentado y asumido sus errores y los de sus operadores durante la campaña, el día de la elección y muy especialmente en los meses que siguieron. Ayer tampoco lo hizo, pero su tono fue, hasta cierto punto, distinto. Esa pluma que le quitaron al gallo de Juárez es también el reconocimiento de la que le quitaron o se quitó el mismo López Obrador. Él sabe que no salió intacto de la última batalla. Andrés Manuel habló de "mantener con firmeza nuestras convicciones", de que "hoy más que nunca hay que actuar con perseverancia" y de "inspirarse en la fe inquebrantable en el triunfo de la República que siempre tuvo Juárez". El diagnóstico que se adivina detrás de estos llamados es claro, hay conciencia de los costos que tuvo la estrategia poselectoral.

El aumento en los precios del maíz, del kilo de la tortilla y de otros productos básicos le dio a López Obrador una oportunidad de oro para regresar al debate nacional. La causa es justa y el momento fue aprovechado. Pero más allá del asunto coyuntural, lo importante del discurso de ayer fue el mensaje político. A sus simpatizantes les pidió que aguanten, les dijo que se perdió una batalla pero que está "absolutamente convencido que, más temprano que tarde, va a triunfar" su causa; les dijo también que no están solos y que "hasta en el más apartado rincón de la patria, encuentro gente que me dice vamos adelante, no aflojemos, no claudiquemos". Este discurso va en consonancia con las giras de muy bajo perfil que está haciendo López Obrador en varios lugares del país. La estrategia parece ser la de mantener un perfil relativamente bajo haciendo un trabajo con las bases en los municipios a través de su proyecto de credencializar a millones de personas y construir así redes de apoyo; salir a la palestra pública nacional sólo cuando las condiciones económicas y/o los errores del gobierno de Felipe Calderón lo favorezcan, y apostarle a regresar con una fuerza renovada en las elecciones intermedias de 2009. Eso parece.

Por lo pronto, el aumento del precio de la tortilla y las dificultades del gobierno de Felipe Calderón le dieron una primera oportunidad.

Desde luego, Andrés Manuel no abandonó del todo su discurso radical. Una vez más se refirió al presidente Calderón como el "presidente pelele", habló del gobierno usurpador y llamó a hacer una transformación de "las dimensiones del movimiento de Independencia, del movimiento de Reforma y de la trascendencia de la Revolución Mexicana ", eso sí, precisando que se debe dar de manera pacífica. Tampoco olvidó hacer sus ya tradicionales críticas a los medios de comunicación diciendo que los "conductores de televisión y los periodistas oficiosos" siguen actuando como "alcahuetes de la derecha" y se siguen envileciendo y haciendo el ridículo. A pesar de eso, y tratando de no irnos con la finta del López Obrador que pretende asustar a sus adversarios y reconfortar a sus incondicionales, el discurso fue más moderado y más estratégico.

Y eso es bueno. El país necesita que la oposición, y muy particularmente la de izquierda, se recomponga. En estos primeros dos meses de gobierno de Calderón la oposición ha brillado por su ausencia. Al grado de que quien más ruido le ha hecho al Presidente ha sido su partido. Se necesita una oposición y López Obrador, se esté o no de acuerdo con él y sus propuestas, es parte de ella. Es importante y saludable que se insista, una y otra vez, en que el tema de la desigualdad tiene que estar en el centro de nuestras preocupaciones, que se escuchen discursos distintos y contrarios a los de los defensores a ultranza del mercado, que se recuerde y denuncie la situación de los productores mexicanos. Entre otras cosas.

Ojalá sea cierto y López Obrador se dedique a construir una oposición sólida, sería bueno para el país.

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AMLO vs. AMLO

Joaquín López Dóriga

Cada fauno tiene su laberinto. Florestán

De vez en vez recuerdo a quien ha sido el mayor constructor de mayorías que he conocido en mi vida, a cuyo conjuro llenaba plazas y lo seguían multitudes incondicionales, a las que, seducidas, manejaba.

Para ellos no había otra palabra, otro programa, otro destino, otro hombre que él.

Pero a lo largo del tiempo, sobre todo de las circunstancias, fue cambiando.

Así, aquel hombre sencillo, sin ambición de poder, se convirtió en un hombre arrogante con una desmedida codicia por lo que había asegurado aborrecer: el poder; el mismo que afirmó que nunca se “pelearía” por la presidencia con Cuauhtémoc Cárdenas, y lo trató de “traidor” desde el Zócalo; el mismo que dijo que no mentía y comenzó a hacerlo, comenzó a engañar con un doble discurso: uno, antes del 2 de julio; otro después.

Hasta el proceso electoral, los medios y los periodistas, “salvo excepciones”, eran profesionales y honestos; después, “salvo excepciones”, dejaron de serlo y se convirtieron en blanco de sus rencores.

Hasta antes del mismo 2 de julio, cohabitaba y se retrataba con los poderes económicos; a la derrota, denunció lo que había callado durante su larga campaña.

El manejo del engaño se fue descubriendo en el otoño de su patriarcado: su encuestadora desmintió el mito de los diez puntos que siempre dijo llevar de ventaja en su campaña; se quedó sin argumentos con el fraude que denunció “cibernético” primero, y “a la antigüita” después; aceptó que fue otro mito el de la cobertura de las casillas electorales; dijo que no iría a la televisión y fue el que más dinero gastó en ella, el único con un programa diario y con repetición; reclamó que fue el que menos salió y resultó ser el que más.

Hoy, aquel deslumbrante Hamelín de la política, ya no lo es más.

Su llamado ahora es insuficiente para llenar los zócalos que atiborró; su discurso no alcanza para arrebatar a aquellas multitudes que enardeció; su autoproclamación como “presidente legítimo”, no jefe de la resistencia civil pacífica, lo ha desgastado y, aunque mantiene una fuerza aún considerable, ya es insuficiente para reventar la plaza y desbordar Reforma, como lo hizo cada vez que quiso, y para cautivar a las multitudes que cautivó.

Por eso ahora, desde esa disminucieón, se tiene que subir a las protestas que otros convocan, y sumarse a las marchas a las que otros llaman.

Lo vimos cuando se quiso trepar al conflicto de Oaxaca vía la APPO , sin ningún peso, y ahora, intruso, metiéndose a la lista de oradores en la marcha contra la carestía.

Este no es aquel Andrés Manuel que conocí; este es otro cuya ambición por el poder lo hace igual a los que con las mismas codicias, censura, como si él fuera diferente, lo que viene a confirmar cómo cada fauno tiene su propio laberinto, de decepción.

Nos vemos mañana, pero en privado.

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¿Y el gabinete del Peje?

¡Urgente!

Por: Olallo Rubio

Un gobierno alternativo, ¿para qué? Hicieron un numerazo, francamente ridículo, en el Zócalo de la Ciudad de México, para nombrar a los miembros del gabinete legítimo, ¡y al poco tiempo desaparecieron! ¿Ya dejaron al Peje solo con su talk show? La producción de televisión es un trabajo colectivo. Un programa como el de David Letterman, Conan O’Brien o The Daily Show requieren varias cabezas, no es una actividad individual y solitaria.

Me remite al momento en el cual la industria musical dejó solo al baterista de Metallica, Lars Ulrich, en la guerra contra Napster y el músico danés se convirtió en la figura del rock más odiada de la historia. Tal vez, los miembros del gabinete pejista se tomen sus tecates de vez en cuando y no han dejado a su presidente solo. ¡Pero no hacen nada público!

Recientemente, el Frente Universitario de Apoyo Crítico a López Obrador, Rafael Montes Albino, publicó una carta en la que reclaman al gobierno legítimo su inactividad. “¿Por qué la secretaria de Bienestar, Martha Elvia Pérez Bejarano, no se ha pronunciado abiertamente contra el alza en los alimentos básicos? ¿Por qué Raquel Sosa, secretaria de Educación, Ciencia y Cultura, no se opuso públicamente a la disminución del presupuesto destinado a las universidades y a la investigación científica? ¿Por qué López Obrador desperdicia 219 mil pesos en televisión para lanzar leves y gastadas críticas al gobierno de Calderón y no los aprovecha precisando cómo defender al país de los ataques del usurpador? Lo nombramos presidente legítimo para defender los intereses del pueblo, no para que desaprovechara lo itinerante de su gobierno en insultos contra el pelele por todo el territorio nacional sin detallar acciones concretas. No es deseable que el gabinete nombrado por AMLO permanezca en la sombra, sino que desafíe directamente, con acciones y movilizaciones específicas, al gabinete del espurio”.

Aun cuando no se esté de acuerdo con las posturas políticas de ese Frente Universitario de Apoyo Crítico a López Obrador, sus reclamaciones son muy coherentes. En teoría, el gabinete alternativo estaría cuestionando permanentemente las acciones del gobierno federal. El frente considera que Andrés Manuel (como le dicen sus cuates) “ha desaprovechado la oportunidad de encabezar movilizaciones sociales en las poblaciones visitadas en su gira. En cambio, Felipe Calderón ha dejado de insultar (de hecho ignora o aparenta ignorar los ataques de López Obrador) y se ha puesto a trabajar para su beneficio y el de los suyos, fortaleciendo el respaldo que puede brindarle la militarización de su gobierno.”

Ni modo, se quedaron sin líder ¿Qué pasó con ese fanatismo intolerante fundamentalista de sus seguidores? Creo que olvidaron algo básico, López Obrador pertenece a la corrupta y decadente clase política mexicana. No se puede confiar en un político.

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‘El Peje’ contraataca

Alvaro Cueva

Repugnante, así es La verdad sea dicha, el nuevo programa de televisión de Andrés Manuel López Obrador en TV Azteca.

¿Por qué? Porque es un infomercial que no cumple con los requisitos básicos de los infomerciales, porque carece de estructura en su manejo de contenidos y porque deja muy mal parado al señor López Obrador.

Además, porque está hecho sin la más mínima creatividad audiovisual, porque está lleno de errores y porque es un proyecto absolutamente negativo para la televisión mexicana, entre muchas otras razones más que no cabrían en esta página.

Ojo, lo que le estoy escribiendo no tienen nada qué ver con que si estoy de acuerdo o no con las ideas de ‘El Peje’. Son razones de televisión.

Y qué lástima, porque hubiera sido positivo que un ex candidato a la Presidencia de la República hubiera tenido un programa en la televisión abierta nacional para discutir asuntos de interés general.

Por si usted no vio La verdad sea dicha, déjeme se lo describo. ¿Qué es? Un escandaloso infomercial de media hora programado los martes a la 01:00 en Azteca 13.

La emisión de estreno la condujo Dolores Heredia (Los plateados) y consistió en un largo monólogo de don Andrés Manuel seguido de una sección de crítica política articulada a manera de noticiario, manejada por la comediante Jesusa Rodríguez (El juicio a Salinas), más una parte en donde la señora Heredia le pide al público que deposite dinero en una cuenta bancaria y la aclaración de que ese espacio costó 219 mil pesos más IVA.

¿Por qué esto es escandaloso? Porque jamás se había visto que un enemigo del sistema tuviera esta clase de acceso a los medios de comunicación, porque es un espacio comprado básicamente para atacar al Presidente, porque es una nota que se presta a mil y una suspicacias, porque alimenta la guerra política e intensifica la guerra entre TV Azteca y Televisa.

¿A qué me refiero cuando digo que no cumple con los requisitos básicos de los infomerciales?

A que los infomerciales tienen una estructura de repetición y ventas que no tiene ni este programa ni muchos espacios pagados por templos y farmacias que valdría la pena que evaluara la Secretaría de Gobernación.

¿Por qué La verdad sea dicha carece de estructura? Porque no hay orden, equilibrio ni ritmo entre sus partes.

¿Por qué AMLO queda mal parado con esta emisión? Porque como que nomás le soltaron la cámara para que fuera improvisando sobre la marcha un discurso basado en hablar mal de cualquier persona o empresa que no piense igual que él.

Deje usted lo que se puede decir de un hombre así, ‘El Peje’ atacó hasta a la televisora que le vendió el espacio y de ahí se la pasó brincando del Fobaproa al precio de la tortilla, de las tarjetas de crédito al “yo gané la elección” y de llamar “soldadito de chocolate” al Presidente a un “no se preocupen”. Eso es demencial. Punto.

Lo de la creatividad audiovisual es terrible. No hay elementos de postproducción, efectos, movimiento de cámaras. ¡Nada! Si un chavito presenta un trabajo así en una escuela de Comunicación, lo reprueban.

¿Qué le trato de decir cuando le digo que este proyecto está lleno de errores?

A contradicciones, como que Dolores Heredia diga que acabamos de ver a AMLO sin cortes cuando su monólogo brilló por lo excesivamente cortado que estaba, o a que ‘El Peje’ ataque a Televisa para luego montarse en imágenes de Televisa para construir un discurso contra el secretario de Hacienda.

¿Pero sabe qué es lo peor de La verdad sea dicha? El daño que le puede hacer a la televisión mexicana.

Independientemente de lo discutible que puede ser el hecho de que alguien compre tiempo de televisión para atacar a quien se le dé la gana, TV Azteca no sabe el alacrán que se echó al pecho.

Más se tardó Azteca 13 en abrir ese espacio, que los amigos de AMLO en usarlo para convocar a un boicot contra los productos de Jumex, Sabritas, Bimbo, Coca-Cola y Pepsi, que son anunciantes directos de TV Azteca y de toda la televisión nacional.

¿Puede haber algo más delicado que esto? ¿Se imagina lo que pasaría si esas marcas tomaran represalias contra TV Azteca? ¿Sabe usted el daño a nivel imagen, proyectos, empleos e industria que esto pudiera desencadenar? Es repugnante. ¿A poco no?

www.alvarocueva.com

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